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la matanza del cerdo

la matanza del cerdo Hoy se ha llevado a cabo en mi casa la matanza del cerdo, una de esas tradiciones que resulta escabrosa pensar aunque cuando te has criado con ella sientes pena por el animal pero lo ves como una costumbre, al margen de si estás o no de acuerdo con ello. Recuerdo perfectamente cuando siendo niña, la ancestral matanza del cerdo, era algo así como una fiesta familiar, dónde se reunían todos los vecinos y después de toda la parafernalia comían y bebían durante largas conversaciones. Aquello era tan normal, tan normal, que hasta los niños participábamos en ello. Yo recuerdo que siempre me escondía y apretaba fuerte los oídos para no oír los gritos del cerdito. Hoy en día las cosas han avanzado y aunque sigue siendo cruel quitarle la vida al pobre animal, el matarife tiene una especie de pistola y el proceso es mucho más rápido. Es una cuestión sanguinaria pero es parte de nuestra cultura gallega. No pretendo justificar estas actuaciones simplemente compartir una vivencia que por suerte o por desgracia me ha tocado presenciar durante muchos años. Al margen de lo macabro de la situación está su parte educativa. Dice el matarife que el cerdo es el animal que tiene la anatomía más similar a la del ser humano, entonces en ese ámbito y mirando la parte positiva de la cuestión es muy enriquecedor poder ver con nuestros propios ojos, desde el entorno inmediato como es nuestro interior.